Seguramente ha sido una semana retadora donde muchas de tus convicciones y habilidades han sido puestas a prueba. Felicitaciones por tu esfuerzo, por mantener la alegría y la esperanza en medio de la lucha. Y aún si no fuera así recuerda:
“Que los corderos se levanten una y otra vez hasta que se conviertan en leones”.
Muchas cosas querrán robarnos la felicidad y tirar al suelo nuestros ánimos, así que para no caer en la trampa la semana pasada escribí sobre “5 ladrones de la felicidad – parte 1” y hoy les traigo 5 cosas más que añadir a esa lista:
Ladrones de la felicidad
1. Dejar que las malas expectativas gobiernen tu vida. La vida rara vez transcurre sin problemas y de acuerdo con el plan, la gente nos decepciona y nos defrauda. Aceptar que esto es normal le quita algo de tensión a la vida. Enfrentemos la vida esperando lo mejor, pero por sabiduría, estando preparados para lo peor.
2. Faltas de respeto a sí mismo y a los demás. Cada persona merece respeto y cada persona está librando su propia batalla. Así que concéntrate en ser amable, comprensivo y perdonador. Mantén tus propios estándares y maneja tu vida bajo un sistema de honor donde Dios se mantenga en primer lugar; esta es una de las claves del éxito.
3. Descuidar las relaciones importantes. Una relación que se basa en el amor incondicional, donde una persona nos acepta por quiénes y qué somos. Recuerda, no podemos descuidar nuestras responsabilidades primarias. Mantengamos las cosas en orden para permitir que el crecimiento fluya. Atento a tu relación personal con Dios, a la relación con tu cónyuge, familia, autoridades en tu vida, amigos y colaboradores. Son realmente un regalo y vale la pena luchar por ellas. No las des por sentado, reconoce que son un regalo.
4. Amar a las personas que son malas para nosotros. No todas las personas se incorporarán a tu vida. Sé consciente de aquellos que te usarán, o que quieren derribarte, lastimarte o destruir tu confianza; protege lo que Dios te ha dado. Ora por dominio propio y sabiduría si es necesario.
5. Nunca correr riesgos. Si siempre vas a lo seguro descubrirás que no vas a ninguna parte. Debes estar listo para correr riesgos, o perderás mucho en la vida. Aquellos que corremos mantenemos el ritmo gracias a nuestra certeza. Oramos mientras nos preparamos lo mejor que podemos y por fe damos saltos cuando llega el momento, confiando en el liderazgo de Dios sobre nuestras vidas.
Muchas cosas querrán robar nuestra felicidad, por lo tanto, debemos derribar el miedo y la culpa del pasado para avanzar con convicción de cambio en busca de nuestro propósito.
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