La gente valora a las personas que cumplen sus promesas. Se confía y se respeta a quienes cumplen sus promesas. Pero puede llegar un momento en el que necesite “deshacerse” de sus promesas (atención, no dije “romperlas”).
Es probable que haya algunas declaraciones audaces que se basan en su misión, pero no necesariamente en su experiencia. Declaraciones como, “Nunca haré esto” o “Siempre actuaré de esta manera”. Construir su vida con valores profundos es inteligente. Pero si no tiene cuidado, sus declaraciones pasadas se convertirán en sus limitaciones futuras. Serán un tope para lo que pueda lograr.
Sus valores deben seguir siendo los mismos, pero el mundo también cambiará a su alrededor. Entrénese para ser un estudiante, no un crítico.
A medida que su perspectiva crece y se amplía, es posible que se dé cuenta de que algunas de las cosas que prometió que nunca haría al principio son realmente prudentes ahora. Con experiencia y comprensión, es posible que vea que tiene razón en estar equivocado.
Dos cosas importantes:
1. Cree una cultura que acepte el cambio.
2. Deshaga aquella promesa que hizo con una antigua mentalidad y haga una mejor: tenemos mejores oportunidades, nuevas amenazas y fortalezas.
Siempre es un buen momento para mejorar. El proceso de madurez nunca acaba.
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